ANTÍGONA ,reinterpretada.
El héroe —dice Lacan—es aquel arrancado de su estructura en algún punto. Los héroes son llevados más allá del límite, quedan exhaustos, en una zona límite entre la vida y la muerte”
Mientras los otros personajes de la tragedia aparecen marcados por las debilidades humanas (temen, dudan, se arrepienten) la posición inflexible de Antígona la llevará al martirio. Creonte decreta que entrará viva a la que será su tumba.
Enfrentada a la condena, lo implacable se quiebra, aparece el lamento de las pérdidas vitales, aquellas marcas singulares de la condición femenina que resuelve ubicándolas como lo posible de reemplazar en vida frente a lo irremplazable de un hermano muerto, volviendo a posicionarse en la línea de lo absoluto en ser, y poniendo un fin con su muerte al goce impreso en la maldición que pesa sobre los Labdácidas.
Dice Lacan: Los límites del campo del incendio han sido atravesados.
Creonte, advertido por Tiresias, sigue la vía fallida de las reparaciones, pero la fatalidad se precipita.
La elección de Antígona, es absoluta, no motivada por ningún bien, no es matizada ni adecuada a las advertencias de aquellos que, como Ismena, toman una actitud sumisa y quieren preservar su vida como un bien. Este es el punto en el que Lacan señala un camino ético para la práctica del psicoanálisis. Dice : La única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica, es de haber cedido en su deseo. Declinar el deseo, traicionarlo en función del confort y los bienes conlleva el sufrimiento neurótico. Por ello el psicoanalista debe estar advertido a fin de orientar la cura a la singularidad del deseo de cada sujeto, y (cito)”y no convertirse en un garante de la moral bienpensante ni del ensueño burgués.”